Geología e
hidrología |
Todas las redes subterráneas de la zona se escalonan a lo largo del complejo calizo-areniscoso de los Altos de Rolacía (nivel 8). Una intensa fracturación, con numerosas fallas, y una erosión vigorosa han dado lugar a un karst muy desarrollado, aunque troceado. La abundancia de orificios facilita el acceso a la parte subterránea del karst. La organización general es relativamente simple: sucesiones de pozos atraviesan los bancos calcáreos, de entre 15 y 30 metros de espesor, cada vez que los horizontes intermedios de areniscas o margas resultan perforados. En la base de este entramado, cuyo espesor sobrepasa los doscientos metros, el techo del nivel 7, las areniscas de Asón, actúa como substrato para el acuífero. Una serie de roturas de direcciones oeste/este y suroeste/noreste provocan a menudo circulaciones ortoclinales, y el suave buzamiento entre los diferentes segmentos encamina los drenajes activos hacia el sureste. En definitiva, la acción conjugada de fracturación y buzamiento provoca de forma grosera un gradiente hidráulico de oeste a este, en dirección a las principales resurgencias.
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