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La garganta de Rolacía desemboca en el Val de Asón 
    en la misma aldea homónima. Forma una entalladura profunda entre los 
    macizos del Porracolina y La Colina, y se divide, aguas arriba, en dos ramales, 
    uno hacia el caserío de Helguerón, al norte, y el otro hacia 
    las cabañas de La Sota, al sur.
    Desde 1959, y a pesar de tener cierta dificultad, fue uno de los primeros 
    itinerarios utilizados por los pioneros espeleólogos para acceder a 
    las cavidades situadas en altitud. El acceso a Helguerón, aunque bastante 
    largo, goza de un camino practicable, en tanto que la vieja ruta ancestral 
    al barranco de La Sota, apenas utilizada, prácticamente ha desaparecido; 
    franquear las pintorescas cascadas de Cuesta Avellano puede llegar a resultar 
    épico.
  

Las cabañas de Sotombo, al fondo del barranco de Rolacía. En segundo plano aparecen el Val de Asón y el macizo del Mortillano. Las pequeñas resurgencias de La Breñuca están emplazadas en el interestrato que forma una hermosa cornisa, a media altura del farallón de la izquierda.
Se necesitan 2 horas y media a 3 horas para alcanzar las cavidades más alejadas a partir de Asón. Como quiera que la zona kárstica se encuentra situada entre 800 y 1200 metros de altitud, un acceso alternativo desde la vertiente contraria de Miera, partiendo de Valdició, puede ser interesante (2 horas). Las numerosas cabañas para pernoctar (Helguerón, Llana del Brezal) —o, en su defecto, algunos abrigos naturales confortables (Sota)—, los bosques frescos de hayas, los arándanos, las pequeñas fuentes… confieren a esta región un carácter acogedor y hacen olvidar la larga marcha de aproximación.
En 1961, un equipo del S.C. Dijon remonta el barranco de Rolacía 
    hasta Cuesta Avellano y localiza las Cuevas Sopladoras (nº 54): «Tres 
    horas de marcha a lo largo de un sendero estrecho, seguido del lecho de un 
    torrente con aluviones de gran tamaño, nos permiten vislumbrar, en 
    lo alto de una gran cascada cuyas aguas desaparecen entre los derrumbes, las 
    entradas de cinco cuevas en la pared sur. Una de ellas tiene un porche muy 
    grande». Curiosamente este acceso superior a Covalagua no sería 
    explorado ni se haría mención del manantial de Cuesta Avellano, 
    muy evidente y a sólo cien metros de allí.
    La primera investigación seria, unida a la localización de multitud 
    de cavidades, se debe a Claude Mugnier, en 1964. Pero en 1965 sólo 
    la Cueva Fría, con su red superior, el sumidero número 69 y 
    la Cueva del Río Munío serían exploradas por el SCD. 
    A partir de 1966, los equipos de este club, bastante atareados con otras exploraciones 
    alejadas de allí (Fresca, Cueto, Cayuela) abandonan el sector.
    En 1974, animado por la exploración de las Cuevas Sopladoras y su enlace 
    con Covalagua un año antes, el SCD lleva a cabo una breve incursión 
    que le permite recorrer las principales galerías del manantial de Cuesta 
    Avellano.
    En 1979 y 1980 el SGCAF encuentra varias continuaciones en la Cueva del Río 
    Munío. El SCD no regresa a la zona hasta 1981, cuando descubre, en 
    el barranco de la Sota, la Cueva de la Primavera. El equipo Dijon-spéléo, 
    por su parte, explora la Cueva del Cañón y la Torca del Regato 
    Callejón en el sector de Helguerón, donde el S.C. Paris tomará 
    el relevo a partir de 1985. Desde 1986 se produce un abandono de la zona por 
    parte de los espeleólogos, con la única excepción de 
    una incursión del S.C. Dijon en 1993 en la Cueva de la Primavera.
  
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