Geología e hidrología |
Ascendiendo de San Roque a Lunada se puede contemplar
una secuencia de capas geológicas cada vez más modernas, que
va de las areniscas de San Roque (formación del río Yera o nivel
1) hasta el complejo calizo-areniscoso de la Colina (nivel 10). El basculamiento
general hacia el sureste es más acentuado llegando al portillo de Lunada,
donde el buzamiento puede alcanzar 40° en la parte más occidental.
Al norte del sector, en el fondo de la garganta del Miera, el karst se ha
instalado en las calizas de transición que descansan directamente sobre
los niveles areniscosos de San Roque. Las galerías de la Cueva de los
Chivos Muertos parecen haber servido de cortocircuito al antiguo curso del
río —o también pudiera ser que el karst situado al oeste
del Miera hubiera sido tajado por el hundimiento progresivo del cauce del
río.
El Alto Miera contemplado desde los Picones de Sopeña. A la derecha, la cumbre del Picón del Fraile, enmascarada por las nubes, domina la característica escotadura del collado de Lunada. Los bancos calizos que interrumpen las pendientes de hierba encierran las pocas cavidades que se conocen a fecha actual. Su presencia es debida, en parte, a una antigua actividad glaciar que ha sido puesta de manifiesto por la existencia de morrenas como la de Brenaescobar (en el ángulo inferior izquierdo de la foto). El buzamiento hacia el sureste, por su parte, explica la ausencia de manantiales en el valle.
Por lo que se refiere a la parte meridional,
las hipótesis son, por ahora, bastante aleatorias. No se conoce ninguna
zona de emergencia de las aguas en la margen derecha del Alto Miera; algo
que parece lógico si se tiene en cuenta la orientación del buzamiento
de los estratos hacia el sureste. Por tal motivo, parece lógico pensar
en un drenaje bastante más largo, en dirección a los manantiales
del Val de Asón o de La Gándara, al este. Lamentablemente, las
exploraciones llevadas a cabo hasta la fecha son modestas y no han permitido
obtener resultados tangibles.
De arriba abajo podemos considerar la presencia de tres unidades karstificables
aparentemente diferenciadas:
- Los bancos calizos del pico Veinte y de Las Pizarras (calizas de la Colina,
nivel 10; véase corte estratigráfico).
- Una serie calcárea de unos 100 m de espesor, que constituye la prolongación
lateral de los bancales del Hoyo Salcedillo y, por tanto, del complejo areniscoso
de los Altos de Rolacía (nivel 8).
- Un episodio calizo, a media vertiente, taladrado por simas cuya exploración
apenas acaba de comenzar. Esta unidad prolonga hacia el sur las calizas de
Calseca (calizas de la Peña Lavalle, nivel 3).
Las resurgencias de estos niveles serían, a priori, la Cubera y el
manadero del río Sordo, ¡nada menos que en el valle de Asón!
Prospección en las laderas del río Miera, justo por debajo del
pico Veinte.
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